Una fábrica recuperada, dos novias desquiciadas, azafatas, tejedoras, púberes, madres, y el tiempo que pasa, que se precipita como un avión que cae en picada. Una naturaleza ortopédica, fantasmas en la luna y nuevamente los aviones, bombardeando niños en una plaza histórica de libro de lectura.
Las Novias está más cerca de la pintura que del cine.
Hay una historia que contar, pero no a través de un relato tradicional más o menos correlativo -acción, consecuencia- sino a partir de la acumulación anacrónica de imágenes que constituyen un mundo donde acontece la debilidad de algunas ideas rectoras.
La creencia en la tecnología, la fragilidad de nuestra relación con la naturaleza, la certeza del concepto tiempo, las redes que tejen y que son tejidas por y para las mujeres, y finalmente la Madre, en el sentido más amplio de la palabra, que se manifiesta en nuestros sueños cuando somos niños que ven caer las bombas de los Cruzados y cerramos fuerte los ojos.
En suma:
El carácter efímero de la felicidad (mundo feliz, escuchando a los Beatles, sabiendo de la tragedia de Jackie Kennedy, de la hipotética gloria del hombre en la luna, de Vietnam, Warhol, Minujin y Evita montonera) representado por el momento perfecto y fugaz del devenir imagen, del devenir Novia.
Los medios
Dialogo con imágenes que no son propias. Intervengo fragmentos olvidados en la Red, esqueletos sin valor que hago salir a la luz brevemente desde el anonimato. Modifico, agrego, deformo, convierto.
Les doy lugar, les doy un lugar, en alguna parte de un relato, de mi relato, antes de dejarlos partir de nuevo al magma indefinido de las imágenes ya creadas.
Trabajo con la baja intensidad del misterio, con la oscuridad de los dispositivos lofi, con el anacronismo técnico, con mis deseos de apropiación y reutilización, con la fragilidad de mi ojo en la pantalla y en la memoria.
Gustavo Schwartz/
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